viernes, 7 de noviembre de 2008

Adolescentes hostigadores serían fríos e indiferentes cuando agreden



Investigadores comprobaron que los cerebros de los agresores presentan una mayor actividad en las zonas cerebrales relacionadas con la sensación de recompensa.

Un grupo de investigadores reveló hoy que los adolescentes con antecedentes de comportamiento hostigador realmente sentirían placer al ve sufrir a otras personas.

Si bien esto no es novedad para quienes alguna vez han padecido de acoso, no es lo que esperaban encontrar los expertos a partir del análisis de los cerebros de jóvenes hostigadores, indicó Benjamin Lahey, de la Universidad de Chicago en Estados Unidos, quien participó del estudio.

"El motivo por el cual nos sorprendimos es que la perspectiva reinante es que estos chicos son fríos e indiferentes en su agresión", dijo Lahey, cuyo estudio fue publicado en la revista "Biological Psychology".

Pero "esto parecería mostrar que les importa y mucho", señaló Lahey, quien trabajó en el estudio con Jean Decety, también de la Universidad de Chicago.

Los investigadores compararon a ocho varones de 16 a 18 años que presentaban desorden agresivo de la conducta con un grupo de adolescentes sin signos aparentes de agresividad.

Los adolescentes con desorden conductual habían mostrado comportamientos negativos, como iniciar peleas, usar armas y robar a sus víctimas luego de confrontar con ellas.

El equipo le mostró a ambos grupos videoclips de alguien infligiendo dolor en otra persona y controlaron su actividad cerebral a través de imágenes por resonancia magnética funcional (IRMf).

Entre los adolescentes agresivos, las zonas del cerebro relacionadas con la sensación de recompensa, como la amígdala y el estriado ventral, se volvieron muy activas cuando observaban el dolor infligido sobre otras personas.

Por otro lado, los cerebros de los adolescentes con signos de agresividad mostraban poca actividad en la región vinculada con la autorregulación, es decir la corteza frontal y el cruce temporoparietal, comparado con el grupo de control.

"Es completamente posible que sus cerebros se activen de esa forma porque viven la experiencia de ver sufrir a otros como excitante, divertida y placentera", dijo Lahey.

"Debemos probar mejor esa hipótesis, pero (por ahora) eso es lo que parece", añadió el experto.

Lahey indicó que las diferencias entre ambos grupos fueron importantes, pero advirtió que el estudio era pequeño y que requiere ser confirmado por una investigación más amplia.

Vía | La Tercera

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